Comentario
Durante las primeras etapas de la dominación árabe de la península ibérica, la antigua ciudad romana de Corduba fue el auténtico epicentro de la vida económica, política y cultural de al-Andalus, extendiendo su influjo a buena parte de Europa y del mundo islámico. En el siglo X, Córdoba es la ciudad más poblada de Occidente, en competencia con las orientales Constantinopla, Bagdad y Damasco. Algunos cronistas dan una cifra de un millón de habitantes para la época de Almanzor, lo que parece exagerado. Sí se admite, en cambio, una cantidad de población superior a los 250.000 habitantes.
La medina cordobesa contaba con un alcázar, la mezquita mayor y una amplia zona comercial. A su alrededor se ubicaban los barrios, generalmente organizados por sectores de actividad. En total, se estima que la ciudad en esta época debió de extenderse 24 km. de este a oeste y 6 de norte a sur.
Un apreciable aunque discutido censo de finales del siglo X detalla la existencia de 60.300 viviendas ocupadas por grandes dignatarios, 213.077 habitadas por el resto de la población y 80.455 dedicadas al comercio y artesanado, sin contar con las numerosas fondas que una ciudad debió albergar.
Pero sin duda el epicentro de la vida cordobesa debió ser su Gran Mezquita, iniciada por Abd al-Rahman I entre 785 y 786 y ampliada y magnificada por sus sucesores. Abd al-Rahman II restaura y construye puentes, caminos, murallas y fortalezas. El gran califa omeya, Abd al-Rahman III, necesitado de un entorno de esplendor con el que competir con los soberanos orientales, manda edificar la ciudad regia de Madinat az-Zahra y el alminar de la mezquita de Córdoba.
Veintiún barrios, cada uno con su mezquita, mercado y baños, componen el tejido urbano de la Córdoba omeya. Siete puertas la conectan con ciudades como Zaragoza, Sevilla, Algeciras, Toledo, Badajoz o Talavera. Son numerosos los puentes que cruzan el gran río Guadalquivir. Los jardines brotan por todos lados.
Por si fuera poco, Córdoba es una de las capitales intelectuales del mundo islámico. En ella florecen las artes, las ciencias, la literatura y la filosofía, con personajes como Averroes, Yahya ibn al-Hakam, al-Razi, al Hushani o Maimónides.